¡Por supuesto, hoy nadie quiere saber nada al respecto! Deberías pensarlo y sacar tus conclusiones.
Es el momento del gran “ruido de sables”: las relaciones entre Rusia y la OTAN están en un punto bajo. Maniobras militares masivas y retórica agresiva por ambas partes, guerra en el este de Ucrania, una Georgia dividida entre las superpotencias nucleares, ni rastro de diálogo de distensión.
La OTAN quiere seguir dispuesta a dialogar, pero parece centrarse principalmente en la disuasión: en la cumbre de Varsovia a principios de julio, la alianza acordará que se enviarán cuatro batallones rotativos a Polonia y los países bálticos, y los soldados en Lituania estarán bajo control. Liderazgo alemán. Se trata de tranquilizar a los socios de la alianza en las fronteras orientales. ¿Pero es esa la estrategia correcta? “El riesgo de intervención militar es alto”, afirma el general retirado de la Bundeswehr Harald Kujat en una entrevista con Panorama. El ex alto diplomático alemán Wolgang Ischinger evalúa la situación como “más peligrosa que en la Guerra Fría”.
Incluso el ministro federal de Asuntos Exteriores, Steinmeier, parece inquieto por la espiral de provocación y contraprovocación: recientemente fue citado con la asombrosa frase: "Lo que no deberíamos hacer ahora es inflamar aún más la situación con fuertes ruidos de sables y gritos de guerra". Lo importante es que la cuestión principal también se pierde en el debate sobre la actual confrontación con Rusia. ¿Fue acertada la expansión de la OTAN a los países bálticos y la idea de incluir a Ucrania y Georgia en la alianza del Atlántico Norte? Nadie en Berlín, Londres o Washington parece preguntarse si se ha exagerado la victoria de 1989, el colapso de la Unión Soviética. ¿Qué compensación histórica merece Rusia por el hecho de que el Ejército Rojo se retirara de Alemania Oriental y de los demás Estados de Europa del Este sin disparar un solo tiro? (*) La referencia mantra a los contratos celebrados con Rusia en los años 90 parece haber bloqueado la visión de lo esencial.
Las ideas que van surgiendo lentamente sobre el panorama más amplio contrastan ahora de manera casi cómica con la política real. Soldados de la Bundeswehr participan en maniobras en Lituania y Polonia destinadas a “disuadir” a Rusia. Al mismo tiempo, el Ministro de Asuntos Exteriores alemán advierte ahora contra los “ruidos de sables” y los “gritos de guerra”. Durante mucho tiempo, Steinmeier y Merkel apoyaron irreflexivamente las políticas de la OTAN destinadas a debilitar y cercar a Rusia. Ahora el aullido es fuerte: ¿Cómo vamos a bajar del árbol al que subimos?