Weltweit nimmt der Superreichtum immer gigantischere Ausmasse an. Ist es eine Gefahr für die Demokratie, wenn wenige Menschen um ein Vielfaches reicher sind als der Rest der Bevölkerung? «42» spricht darüber unter anderem mit der Rechtswissenschaftlerin Katharina Pistor, dem Soziologen Michael Hartmann oder dem Investigativ-Journalisten Olivier Petitjean.
Las democracias se basan en un ideal fundamental: un hombre, un voto: el pueblo es soberano. Todo está respaldado por un sofisticado sistema de controles y equilibrios, con tribunales, parlamentos, elecciones, partidos y prensa libre. En realidad, con esto se pretende evitar que ciudadanos individuales o partes de la población se vuelvan demasiado influyentes y asuman el poder en el Estado. ¿Puede seguir funcionando este complicado sistema de reparto del poder cuando unos pocos ciudadanos son mucho más ricos que los demás?
Für die Rechtswissenschaftlerin Katharina Pistor sind viele Demokratien durch den Superreichtum längst aus dem Gleichgewicht geraten: «Ich denke, wenn man sich die politische Grosswetterlage anguckt in verschiedenen Demokratien, einschliesslich der ältesten Demokratien, die wir haben, zum Beispiel den USA, dann ist ganz klar, dass wir die Schieflage erreicht haben.» Laut dem Philosophen Christian Neuhäuser wird der moderne Superreichtum – im Unterschied zum Reichtum anderer Zeitalter – durch private Unternehmen erzeugt. Nutzniesser sind vor allem die Chefs und Gründer der Unternehmen; sie können mit dem erworbenen Reichtum nicht nur eine enorme wirtschaftliche Macht ausüben, sondern auch politisch Einfluss nehmen. Aber wie?
Neuhäuser zufolge gibt es hier verschiedene Mechanismen, die von simpler Bestechung über Lobbyismus bis zum sogenannten Mäzenatentum reichen. Auch der französische Investigativjournalist Olivier Petitjean beobachtet, dass die politische Macht der Superreichen seit Jahren wächst. Er befürchtet, dass die Menschen «in einem Wirtschaftssystem leben, das immer mehr die Superreichen bevorzugt – und immer ungerechter wird.»
¿Están los superricos amenazando la democracia?
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